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Reflexiones después de mi viaje a Marruecos

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Estoy ahora mismo de regreso de mi viaje a Marruecos. De hecho, son las 9:00 AM y estoy escribiendo esto sentada en el avión de Tanger a Madrid. Me encantaría echarme un sueñecito pero mis ganas de contarte lo genial que ha ido el viaje son más grandes que mis bostezos.

No puedo estar más contenta de haber elegido Marruecos para hacer un viaje ahora en enero. Si me conoces ya, sabes que soy un culo inquieto y siempre estoy de aquí para allá. Pero esta vez, hacía 4 meses que no salía fuera de España. Para algunos no será mucho pero cuando viajar te gusta tanto, es toda una eternidad.

Tenía en mente hacer un viaje de hermanas desde hacía tiempo y nunca se daba la oportunidad: no porque tengo demasiado trabajo, no tengo mucho ahorrado, no nos coinciden las vacaciones… Pero ha llegado enero y unas ganas tremendas de romper con los «no». Además, es un mes frío y oscuro en Madrid así que, ¿por qué íbamos a seguir retrasándolo?

Siendo honesta, Marruecos no me llamaba tanto la atención para este viaje. Fue mi hermana quién me convenció del destino y ahora sentada en este avión de vuelta a Madrid, creo que ha sido una elección estupenda.

Antes de venir, escuché a mucha gente decirme «pero dónde vais las dos solas ahora a Marruecos», «a ver si os va a pasar algo», «a quién se le ocurre»… Fueron tantos los comentarios y las noticias que oía de los medios que incluso yo misma me creí que había echo mal yéndome de viaje a Marruecos en enero.

Nada más lejos de esas primeras sensaciones antes del viaje. Marruecos me ha vuelto a enamorar por completo y he podido hacer un poco más pequeñas todas esas preocupaciones personales y profesionales que me rondaban la cabeza antes del viaje. Me explico.

No es la primera vez que viajo a Marruecos. La primera vez fue en diciembre hace dos años en un viaje express a Tánger y Chefchaouen con dos amigas más. Ni que decir tiene que el plan me encantó y prometí volver algún día a esa ciudad azul.

Aprovechando que los vuelos a Fez estaban baratos ahora y había leído tantas cosas buenas de la rival de Marrakech, le dije a mi hermana que fuésemos a Fez, aprovechar para enseñarle Chefchaouen y regresar por Tánger. No solo me ha fascinado el recorrido sino que también he tenido la oportunidad de sumergirme más que la primera vez en nuestro país vecino.

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Hemos aprovechado para viajar en bus y ver paisajes que creíamos imposibles en Marruecos. Nos hemos lanzado a hablar con locales, algo que siempre me echa para atrás porque pienso «y de qué les hablo», «seguro que me intentan vender algo». Nos hemos puesto las botas comiendo sus platos más típicos todos los días. Nos hemos perdido por sus calles. Hemos hablado en 3 idiomas diferentes y hasta hemos hecho un intento de aprender algunas palabras en árabe para para hacernos entender.

La hospitalidad de la gente, su sonrisa, su preocupación por enseñarte su país y que te lleves el mejor sabor de boca es abrumador.

Por si fuera poco, hacer este viaje me ha devuelto una vez más una parte de mi que a veces me cuesta sacar. Estamos tan absortos en nuestro día a día, en nuestras preocupaciones, nuestros quehaceres, que pensamos que esa es la única realidad. Lo que llamas normal, tus tareas, tu rutina, es una realidad que es solo tuya. Y viajar es una de las mejores formas de entenderlo.

Viajar es una experiencia super enriquecedora porque te enseña que maneras de vivir la vida hay muchísimas. La mayoría de nuestros problemas son insignificantes si cambias de perspectiva. Y sobre todo, las posibilidades que tienes a tu alcance son inmensas cuando te das cuenta de lo diferente que es la vida de una persona a otra a solo unos kilómetros de distancia.

Con esto no quiero ponerte las expectativas de Marruecos por las nubes y que el próximo vuelo que cojas sea aquí. De hecho, tengo a dos chicos sentados detrás de mi que están comentando lo poco que les ha gustado el viaje y lo contentos que están de volver a casa. Pero claro, no sabrás si es o no tu destino hasta que vengas y lo compruebes por ti mismo.

Yo no te voy a mentir, me he quedado con ganas de más. De hecho, antes de subirme al avión había una fila enorme de personas yendo a Marrakech y me ha dado un poco de pena que mi vuelo fuese el de al lado, el de vuelta a casa.

Y por supuesto, ahora sentada en el avión he abierto la revista de viajes que te ponen en el asiento y he leído sobre Essaouira, una pequeña y aún poco conocida joya de Marruecos que está a solo 3 horas de esa ciudad a la que me hubiera gustado volar esta mañana. Te podrás imaginar ya que mi mente está maquinando cuándo podré volver a escaparme a este país, ¿no?

Shukran Marruecos. Nos vemos muy pronto.

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